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Continuamos dando voz a las mujeres de las cooperativas de nuestra región y en esta ocasión tenemos el gusto de hablar con Mercedes Millán, actualmente responsable del departamento de exportación en Grupo Vidasol en Villarrubia de los Ojos, agrupación de productores constituida como cooperativa de segundo grado donde se encuentran integradas las cooperativas EL PROGRESO, LOS POZOS, CAMPO DE CALATRAVA y CRISTO DEL PRADO.  

P: Mercedes, ¿Cuáles fueron tus comienzos en el mundo agrario y más concretamente en el mundo cooperativo?

R: Podemos decir que comencé en el mundo agrario y cooperativo en Bodegas EL PROGRESO, de Villarrubia de los Ojos, hace ya más de 10 años. Si bien en casa la agricultura no era el trabajo principal, la familia de mi madre sí que ha vivido siempre de la agricultura y, por tanto, "he catado" las recolecciones, sobre todo la vendimia, desde los 14 años. La primera vez que entré en contacto con la actividad de la cooperativa (EL PROGRESO) fue precisamente a los 16 años. En la campaña de vendimia estuve trabajando, sacando el grado en la báscula.

Al cabo de los años, también realicé algunas colaboraciones puntuales en labores de traducción, interpretación, y después, cuando convocaron una plaza para comenzar a lanzar su propio departamento de exportación, me presenté y comencé mi vida laboral allí.

P. ¿Has tenido que enfrentarte algún tipo de barrera o techos de cristal para llegar a tu puesto actual?

R: Si bien no existen barreras claras y los techos de cristal están rompiéndose, al menos en mi lugar de trabajo, sí que, a lo largo de los años, he tenido que pelear, como imagino que todas, con algunas actitudes que suponen zancadillas. De todos modos, el cambio generacional que se está llevando a cabo en el campo se está notando, y mucho, en las cooperativas. La juventud de los Consejos Rectores está ayudando a que la igualdad sea real, y hoy en día el modo de trabajar, de dirigir y de tratar con las personas se está modernizando mucho.

P: ¿Cómo gestionas el trabajo diario con el ámbito personal, familiar y social?

R: Como puedo, como todo el mundo, hombres y mujeres, hacemos lo que buenamente podemos para poder conciliar la vida laboral y la vida privada, que no solo tiene que ser la vida familiar, el cuidado de descendientes, ascendientes, dependientes, etc. Las personas no somos solo trabajadoras, también somos personas sociales y tenemos el derecho de disfrutar de la vida fuera del trabajo. A veces se nos olvida que no hay que tener una "excusa" para tener horarios justos y cómodos para nuestra vida.

P: ¿Alguna medida de conciliación que tengáis en Vidasol y que quieras compartir?

R: En primer lugar, tenemos instaurada una semi-presencialidad para las personas que viven fuera del lugar donde está nuestro centro de trabajo, de modo que solo tienen que desplazarse durante dos días a la oficina, pudiendo trabajar desde casa el resto de los días de la semana. Además, tenemos total confianza con la gestión de nuestros horarios. Si por cuestiones personales o familiares tenemos que modificar los horarios para entrar o salir más tarde, basta con comunicarlo y discutirlo y no suele haber problemas.

 

P: ¿Qué piensas que aportas tú como mujer a la cooperativa y al sector?

R: Desde que empecé a trabajar en EL PROGRESO y desde hace casi dos años en VIDASOL, aporto mi trabajo diario, la ilusión que me gusta poner en lo que hago. Creo que la incorporación REAL de la mujer al mundo cooperativo y a la industria agroalimentaria, que no hace tantos años que se está produciendo, es, simplemente, lo justo: el trabajo de las mujeres en la casa, en el campo, en las explotaciones familiares, como gestoras, como peones, se está viendo reflejado en un mundo laboral que por fin nos pone en valor y nos reconoce.

Además, nuestra generación, que ha tenido más oportunidades de formarse y de adquirir experiencias en un mundo laboral en ocasiones ajeno al mundo agroalimentario, ahora puede aportar ese valor en nuestra tierra, en nuestras cooperativas, ocupando puestos que hasta hace unos años ni se planteaba que pudiera ocupar una mujer.

P: ¿Qué valores crees que necesitan las mujeres para desarrollarse en un mundo tan masculinizado aún?   ¿O qué valores que probablemente ya tienen que los potencien para conseguir sus metas?

R: No creo que las mujeres necesitemos valores para desarrollarnos en este ámbito: creo que tenemos los valores necesarios para desarrollar una labor muy interesante en la industria agroalimentaria y sobre todo en el mundo cooperativo: lo que necesitamos es dar un paso adelante y entrar en escena. Debemos dejar a un lado la creencia de que es un mundo de hombres, porque no es así, y proponer sin miedo y proponernos como gestoras del cambio.

P: ¿Qué les dirías a las mujeres que están leyéndote para animarlas a que den ese paso hacia adelante, se empoderen y decidan formar parte activa de las cooperativas?

R: Les diría que es tan sencillo como hacer lo que hacen en su vida diaria: trabajar y salir adelante. Sea como socias, trabajadoras o consejeras, somos personas válidas, formadas y con mucho que aportar. En el caso de las socias, las invito a que sean libres de expresar lo que quieren, lo que les gusta, o no les gusta y que se animen a formar parte de los Consejos Rectores de sus cooperativas sin esperar a que vengan a buscarlas. Una actitud proactiva es la clave de que se consiga convencer a todos los actores de la industria de que somos parte de la solución a un mundo que aún está en crisis.